domingo, 22 de agosto de 2010

Te has ido y nada puedo hacer, has dejado de existir, de respirar, de luchar... pero también has dejado de sufrir y ahora estás descansando en paz. Tu vida estubo llena de obstáculos, llena de problemas y soluciones, de amor y odio, de perdidas y ganancias, de esperanzas y faltas de fé, pero aún así lograste seguir adelante, mantenerte firme, superar tus miedos y continuar tu camino, continuar viviendo. Noventa años no es poco, es casi un siglo y es una larga vida. Tu ausencia se nota, tu alegría se ha ido contigo y yo estoy aquí, con el sentimiento de tristeza, de dolor, sabiendo que no estube junto a tí en tus últimos momentos, que no pude decirte cuanto te quería, cuanto me importabas y lo felíz que me hacía escucharte, que me contaras tus historias, tus anécdotas, tu vida, tus pensamientos, todo. Quizás para muchos una bis-abuela no es importante, pero para mí lo eras y no sabes cuanto necesito decirte todo esto. Sé que me será dificil, pero debo aceptar las cosas como son, que este es un ciclo de vida, que la muerte no aviza, que la muerte es silenciosa, es repentina, llega en cualquier momento y que a todos algún día nos llegará el día en el cual dejaremos de respirar y solo quedarán nuestros cuerpos bajo tierra y los recuerdos que estarán en la gente, que tu hora de partir llegó y que no regresarás, solo quedarás grabada en mi memoria, en mi corazón y que cuando te visite no podré ver tu rostro y no podré escuchar tu voz, que no podrás secar mis lágrimas ni detener los lamentos. Tu no estás leyendo esto, pero te amo y lo haré por siempre, Christina Medina, una persona que dejó una gran huella en este mundo, una marca en su familia... y en mí. Descansa en paz y te amo.